El enoturismo está cambiando, y con él, la forma de viajar. Cada vez más personas buscan vivir el vino desde dentro, conocer su origen, su cultura y las historias que lo rodean.
En 2026, las experiencias enoturísticas serán más sostenibles, personalizadas y auténticas. El visitante ya no se conforma con una simple cata: quiere conectar con el entorno, aprender y emocionarse.
En lugares como Jerez, este cambio se vive con intensidad. Aquí, el vino no solo se produce: se respira, se canta y se comparte. Las bodegas que saben combinar tradición, respeto por el medio e innovación —como Bodegas Álvaro Domecq— son el mejor ejemplo de ese nuevo turismo del vino que mira al futuro sin perder sus raíces.
1. Sostenibilidad y autenticidad: la esencia del nuevo viajero del vino
La sostenibilidad ya no es una opción: es una actitud. Quienes viajan atraídos por el vino valoran las bodegas que trabajan en armonía con la naturaleza y muestran su proceso con transparencia.
Cada vez son más los viajeros que se interesan por la procedencia de la uva, el uso responsable del agua o las técnicas de reciclaje aplicadas en las bodegas. Pero, sobre todo, buscan coherencia: que el respeto por el entorno se refleje también en la experiencia que viven.
En Bodegas Álvaro Domecq, esa conexión se percibe desde el primer momento. La crianza biológica y oxidativa, pilares del Marco de Jerez, son un ejemplo de equilibrio entre tradición y sostenibilidad. Los vinos evolucionan de forma natural, sin prisa, en un entorno que respeta el paso del tiempo y la materia prima.
Durante la visita, el viajero puede comprobar cómo esta filosofía impregna todo: desde la temperatura de las naves hasta la selección de la madera de las botas o la reutilización del vino para crear vinagres de alta calidad.
Autenticidad y sostenibilidad se funden en una experiencia que transmite lo mejor del vino jerezano: paciencia, respeto y verdad.
2. Personalización e innovación: tecnología al servicio del viajero
El futuro del enoturismo será más personalizado, ágil y accesible, gracias a la tecnología. Hoy en día, los visitantes planifican sus viajes desde el móvil, reservan online y buscan vivir experiencias a su medida.
La digitalización no sustituye la magia del vino, pero la complementa: ayuda a que cada persona elija cómo, cuándo y con quién vivir la experiencia.
En Jerez, este cambio ha permitido que las bodegas adapten sus recorridos a distintos públicos: desde amantes del vino con experiencia hasta quienes se acercan por primera vez.
En el caso de Álvaro Domecq, la flexibilidad es clave: el visitante puede elegir entre visitas más técnicas, catas comentadas o propuestas que integran vino, historia y flamenco.
Las nuevas tecnologías permiten además mantener el contacto tras la visita: descubrir notas de cata online, recibir propuestas de maridaje o acceder a contenidos exclusivos. Todo para que la experiencia no termine al salir de la bodega, sino que continúe en casa, copa en mano.
3. Regreso a las raíces: vinos con historia y sentido de lugar
El viajero actual busca vinos con alma, capaces de contar una historia. Por eso, las variedades autóctonas y los métodos tradicionales están viviendo un auténtico renacimiento.
En el caso de Jerez, el visitante se encuentra con una diversidad única de vinos: finos, amontillados, olorosos o palo cortado que expresan el carácter del suelo, el clima y las manos que los elaboran.
Visitar las Bodegas Álvaro Domecq es comprender esa identidad desde dentro. Cada vino refleja una forma de entender el tiempo y el oficio. Durante la visita, el viajero descubre cómo los vinos de Jerez se crían por el sistema de criaderas y soleras, un método que no copia a nadie y que simboliza la paciencia y la continuidad.
Además, muchas experiencias incluyen catas verticales, donde se pueden apreciar los matices que el paso del tiempo deja en el vino. Este enfoque, que une cultura, historia y sabor, permite al visitante sentirse parte de una tradición viva.
El resultado es una inmersión profunda en la esencia del Marco: un viaje a las raíces del vino que hoy vuelve a conquistar el mundo.
4. Experiencias premium: cuando el vino se vive con los cinco sentidos
El viajero del vino de 2026 busca momentos únicos, experiencias que emocionen y que vayan más allá de lo esperado. El concepto de lujo ya no se mide solo por el precio, sino por la autenticidad, la atención al detalle y la conexión emocional.
Catas privadas, degustaciones maridadas con productos locales o experiencias multisensoriales son cada vez más demandadas. En Jerez, esta tendencia adquiere un matiz propio: el vino se mezcla con la música, la gastronomía y el arte flamenco, creando experiencias que solo pueden vivirse aquí.
En Álvaro Domecq, las propuestas Cata y Compás y Alma Jerez son el mejor ejemplo. En la primera, el visitante combina el recorrido por la bodega con una cata guiada y un espectáculo flamenco que eleva la experiencia a una vivencia emocional. En la segunda, el vino se une al caballo y a la gastronomía, tres pilares de la identidad jerezana.
Todo está pensado para disfrutar el vino con los cinco sentidos: el color en la copa, el sonido de las palmas, el aroma de la madera, el sabor salino del fino y el tacto del aire en las bodegas.
Así se define el nuevo enoturismo premium: exclusivo, sí, pero sobre todo auténtico y memorable.
5. Crecimiento y futuro del enoturismo en Jerez
El enoturismo se ha consolidado como una de las formas de viaje más inspiradoras de los últimos años, y Jerez ocupa un lugar privilegiado en ese crecimiento. Cada temporada, aumenta el número de visitantes que llegan atraídos por la autenticidad de sus vinos, la riqueza cultural del entorno y la hospitalidad de sus gentes.
Este auge no solo impulsa a las bodegas, sino también a la economía local, la hostelería, el comercio y las iniciativas culturales vinculadas al vino. Además, cada vez más viajeros internacionales incluyen el Marco de Jerez en sus rutas enológicas por España, interesados en conocer un modelo de vino y de visita único en el mundo.
En ese contexto, Bodegas Álvaro Domecq representa la evolución natural del enoturismo: una bodega que mantiene viva la tradición mientras apuesta por experiencias innovadoras, sostenibles y culturales. Su enfoque —basado en la autenticidad, la cercanía y la transmisión de conocimiento— anticipa cómo será el turismo del vino en los próximos años: más consciente, más humano y profundamente conectado con el territorio.
Un futuro más consciente, más humano y más Jerez

El enoturismo del presente es más sostenible, más personalizado y, sobre todo, más humano. Los viajeros buscan vivencias reales, bodegas que cuenten su historia sin artificios y experiencias que les permitan sentir el vino con los cinco sentidos.
En Jerez, ese futuro ya ha comenzado. Y Bodegas Álvaro Domecq invita a vivirlo hoy, con experiencias que unen pasado y presente, tradición y emoción.
Porque el enoturismo que viene no se explica: se vive copa a copa.